Cuando escuchamos en un coloquio, en una clase o incluso en un documento sobre Santo Tomas de Aquino, al oírlo, a unos pocos les será muy familiar todo ese bagaje académico que aporta el Doctor Angélico a la historia, a otros, en cambio, lo máximo que se les puede venir a la memoria es el recuerdo casi olvidado de algo llamado Suma Teológica. Por otro lado, también están aquellas personas a las que, la simple mención sobre el Aquinate, su vida, incluso sus obras, le es ajena a su realidad.
En estos tiempos hablar sobre Santo Tomas de Aquino para muchos, puede considerarse como un tema que ha perdido vigencia en las áreas del campo académico. Ello se puede verificar, no sólo por el desconocimiento a su aporte intelectual, sino también, por el simple hecho de pertenecer a una edad que es calificada como retrograda y oscura, donde no existió supuestamente ningún aporte para la humanidad, solo un retroceso o un estancamiento en ella. Frente a todos estos paradigmas negativos establecidos en la actualidad, el pensamiento del doctor Angélico ha sido menospreciado, hasta tal punto que nos hemos conformado simplemente con lo que otros dicen sobre él sin hacer el mayor esfuerzo de ir hacia la fuente misma de su pensamiento. Para poder entender esto con una mayor facilidad, baste un ejemplo: muchos pueden hablar de un poema que nunca leyeron, porque lo han escuchado comentar a otros, en este caso con respecto a Santo Tomas a muchos simplemente les baste leer introducciones sobre su pensamiento, como por ejemplo: “Guía a Santo Tomas de Aquino” de Josef Pieper o “Introducción al pensamiento de Santo Tomas de Aquino” de Chesterthon, entre otros autores, en consecuencia de ello, se llega a una desvirtualización misma y al mal manejo de su pensamiento.
El pensamiento de Santo Tomás, apenas aprovechada en su tiempo, quedó muy pronto olvidado y permaneció como un depósito intocado de doctrina, que en palabras de Maritain (Filósofo Francés), con respecto al Aquinate dice: “Apóstol de la inteligencia, Doctor de la verdad, Restaurador del orden intelectual, Santo Tomás, no escribió para el siglo XIII, sino para nuestro tiempo. Su tiempo es el tiempo del espíritu, que domina los siglos”. Precisamente porque Santo Tomás elaboró un sistema constituido y estructurado en todas sus partes sobre la evidencia de la verdad integral del ser trascendente, ha logrado refutar los errores de todos los tiempos; consiguió no sólo vencer, él solo, los errores de los tiempos pasados, sino también suministrar armas invencibles para refutar los errores que habrían de sucederse en los siglos venideros
Por tal razón, su Pensamiento no es un simple conjunto de corrientes filosóficas, sino sobre todo una actitud humana e intelectual de gran apertura frente a la realidad y de permanente atención a las opiniones de los demás. Es precisamente esta apertura la clave fundamental de su fuerza, de su atractivo y también de su actualidad en su pensamiento hoy.